Autor: Mauricio Delgado
Crisis total y sin plan ´B´
El gobierno del presidente Petro condujo el país hacia una crisis de la que solo sus más ácidos detractores habían presagiado, argumentando peligros de corte ´castro-chavista´ que desde el uso de la razón eran difíciles de aceptar. Pero el mandatario del ´cambio´, como lo siguen presumiendo el presidente y sus áulicos, empieza a materializar con hechos lo que en principio eran posturas ideológicas, argumentos más de candidato que objetivos de gobernante, tan solo narrativa incendiaria presuntamente empleada para mantener azuzadas a sus huestes más radicales y para procurar conservar por la vía del odio a aquellos seguidores que poco a poco se han ido convenciendo de que el cambio prometido no será.
No hay una sola dimensión del gobierno que esté dando resultados positivos en momentos en que se acerca a su primera mitad el mandato del presidente Gustavo Petro. La seguridad ciudadana urbana y rural se ha deteriorado notablemente, regresando el país a sus épocas más bárbaras, como se evidencia con el retorno del uso de los cilindros bomba en el ataque a Morales en el Cauca y con la intensificación del uso de minas anti persona por las organizaciones criminales que precisamente están sentadas con el gobierno en alguna instancia de diálogos en procura de la paz, de la ´paz total´ que ambiciosamente planteó el gobierno desde antes de su posesión hace dos años, pero que visto cada caso, con las disidencias de las FARC, con el ELN y con las demás agrupaciones delincuenciales hasta la fecha tan solo han llegado a niveles de ´fracaso total´.
Así, con la población colombiana que perdió la poca tranquilidad que tenía en materia de seguridad, sea en los campos o en las urbes de todo el país, sus preocupaciones se incrementan con el estancamiento de la economía, que crece en el primer trimestre del año menos del uno por ciento, luego de un 2023 con un crecimiento acumulado del 0,6%, siendo evidente que aún sin entrar en recesión se tiene una economía estancada, con sectores claves para el desarrollo de la nación como lo son la industria manufacturera decreciendo en el orden del 5,9%, las actividades financieras en el 3,0%, las actividades de información y comunicaciones en el 1,6%, la explotación de minas y canteras en un 1,5% y el comercio al por mayor y al por menor en 0,8%, sectores que son generadores importantes de empleo.
Viendo la economía contraerse, el país aterrado se encuentra además con un gobierno que hizo de la corrupción el pan de cada día, con escándalos de robo de los recursos públicos que prevén estar ante cifras esquilmadas impensadas -cientos de miles de millones dice el exdirector de la UNGRD, billones dice el mismo presidente-, que batirán de lejos los niveles de corrupción de los gobiernos anteriores, como se demuestra con los hallazgos del periodismo nacional, las confesiones y delaciones de los mismos miembros del equipo de gobierno y ahora con las denuncias del propio mandatario y altos cargos de su gabinete, en un intento de mostrarse como los salvadores del mismo daño que ellos causaron, con una incoherencia a los principios éticos y al ejercicio de la responsabilidad política nunca antes vista.
En este marco, con está pavorosa demostración de corrupción de un gobierno que se eligió como una alternativa al desangre del erario público de los gobiernos anteriores, estupefacto el país comprueba ahora que el manejo del legislativo se arraiga con en el uso indebido de los recursos públicos para alcanzar los apoyos que permitan avanzar con las propuestas de reformas sociales y demás iniciativas legislativas, entendiendo los colombianos cómo, a pesar de las advertencias de expertos y las alertas de la lógica y la razón, una reforma a la salud sin sustento técnico y abiertamente diseñada bajo premisas ideologizadas -que entre otras planteaban destruir a las EPS privadas por considerarlas ´negocios de oligarcas´- un día no conseguían los apoyos suficientes de los legisladores por no existir argumentos y a la mañana siguiente tenían congresistas alineados con unas bondades que se sabían no existían, siendo el actual gobierno, si bien no el inventor de la ´mermelada´, ahora el máximo exponente por su uso superlativo.
De esta forma, entendiendo que las propuestas de reforma del gobierno no tienen ni sustento ni razón y que solo pueden defenderse y tramitarse con la compra de los legisladores, ahora los colombianos horrorizados ven cómo se va desplomando su sistema de salud, derrumbe que empezó con la intervención de la EPS Sanitas, como retaliación al no poderse pasar en el senado la reforma que en la cámara navegó gracias al uso corrupto de los recursos públicos, luego continuó con la propuesta de abandono de la EPS Compensar y ayer se apuntaló con la propuesta de retiro de la EPS Sura, quedando los usuarios de las tres mejores EPS del país, con más de quince millones de usuarios, en un grave estado de incertidumbre y preocupación, cuando a la par ven que la reforma ´de facto´ que adelanta en gobierno con el ´piloto´ del sistema de salud de los docentes se desarrolla en medio del desorden, la improvisación y la indolencia con la vida misma, demostrando que el gobierno del presidente Petro es absolutamente incompetente en administración y gestión en esta materia y pretende asumirla toda.
De la misma forma, otras dimensiones del gobierno carecen de conducción y resultados. En el ministerio de relaciones exteriores, además de usar los cargos de la diplomacia para enviar al exilio a los miembros del gobierno que fracasan y son insostenibles, las relaciones exteriores se están manejando en función de las ideas y convicciones ideológicas del presidente y no de los intereses de los colombianos y del debido uso de la diplomacia internacional. En materia de presupuesto, además de contar con bajos niveles históricos de ejecución en todas las carteras, las cuentas ahora no le cuadran al gobierno luego de haber aprobado el congreso el mayor presupuesto de la historia, entendiéndose ahora que este logro no era para financiar el ambicioso plan de desarrollo presentado, sino para aceitar las voluntades en el legislativo y para dar recursos corruptos a las campañas de las elecciones territoriales de 2023.
Es tal el desgobierno del presidente Petro, que con ese presupuesto sin precedentes asignado, ahora pide ampliar el cupo de endeudamiento, habla de modificar la regla fiscal y amenaza con suspender el pago de las obligaciones financieras del estado, posturas peligrosas que pueden conducir a llevar la economía del país a una debacle nunca antes vista. En este desmadre, este gobierno llegó a absurdos como el de los sindicatos del Ministerio de Trabajo que irán a paro este viernes, fracasando en la negociación con ellos la mismísima ministra del trabajo, una consumada sindicalista, en momentos en que FECODE -que aportó presuntamente de forma ilegal recursos a la campaña del actual mandatario y sus congresistas-, es uno de los principales perjudicados por la farsa del nuevo sistema de salud del FOMAG y esta semana empieza a marchar contra el gobierno.
Con ello, con estos nuevos disidentes al gobierno salidos de sus propias tropas, que suman sindicatos, exfuncionarios y hasta funcionarios, el gobierno emprende una nueva estrategia de generación de caos basada en una pérfida propuesta de asamblea constituyente, que no solo no utilizaría los mecanismos constitucionales para su convocatoria, sino además incumpliría otra promesa de campaña del presidente Gustavo Petro, pues hay quienes están tentando a la opinión con temas de reelección y/o ampliación de mandato, permitiendo que se baje la atención en los escándalos de corrupción, baja ejecución y desarticulación interna del gobierno -pueda que sea esa la intención-, mientras a la vez se distrae la necesaria atención que se requiere por parte del mandatario y su gabinete en atender la crisis multidimensional que ellos mismos están ocasionando y parecen no estar gestionando.
Y el gobierno no tiene plan B. Las autoridades de salud y económicas del país al parecer no tienen idea de cómo manejar la crisis de salud que se avecina y que con anterioridad las mismas tres EPS referidas arriba (Colsanitas, Compensar y Sura) habían advertido a mediados del año pasado en carta en donde anunciaban la asfixia financiera a la que la actual administración las estaba sometiendo. En materia de seguridad urbana y rural no hay manera de que con la actual postura de negociación con los grupos criminales -con los ceses ´unilaterales´, pues está demostrado que ´bilaterales´ no son-, la fuerza pública actúe con la contundencia que es capaz, estando de alguna forma las fuerzas armadas maniatadas y en un marco de incremento de frentes de orden público a atender, que en las actuales condiciones de incertidumbre y temor jurídico los soldados y policías del país no permiten la respuesta que los colombianos necesitan.
Con una crisis política como la que se vive en este momento en Colombia, en otra administración o en otro gobierno con vocación democrática en el mundo, se estuviera avocando a un acuerdo nacional, uno real, no como el que quiere el presidente Petro que para él consiste en que todos se plieguen a sus ideas sin objeciones. Se requiere un acuerdo real, en el cual sobre las múltiples dimensiones en las que el estado está en riesgo se tomen decisiones orientadas a emprender acciones tendientes a recuperar la seguridad en los campos y ciudades, la confianza en la economía nacional, el aseguramiento de la salud al menos en términos como los que se tenían hace un año, la certidumbre en que los trámites del estado fluyan de nuevo de manera conveniente y sin preocupación por su futuro y, fundamentalmente, en donde se recupere la institucionalidad sin amenazar la existencia misma del estado, todo dentro de un gran propósito nacional, en el cual todos aporten para el bien común y mantengan por un tiempo alejados sus apetitos individuales.
Sin embargo, lo que plantea el presidente Gustavo Petro y maximizan sus más cercanos colaboradores es, en cambio, una ruptura al estado de derecho, una radicalización de las posturas ideologizadas, el sostenimiento en los cargos de aquellos funcionarios que sea por acción, omisión o por una calculada mezcla de ambas no está cumpliendo con su deber y está llevando al país a un estado en el que su economía, su salud, su seguridad y su bienestar -todos derechos fundamentales- se están viendo afectados gravemente, con vidas de por medio que se pueden perder, sea por el accionar criminal de los grupos al margen de la ley o por la inacción u obstrucción del gobierno en materia de salud, o por el ahogamiento de sectores de la economía como el minero energético que destruye empleo y genera pobreza, lo que en suma convertiría en criminal al gobierno, que con toda seguridad no es lo que persigue ni desea el actual mandatario de los colombianos.
Sin plan ´B´, sin avizorarse una acción decidida que permita siquiera encauzar su hasta ahora fallida política de paz total -en donde se presumía el presidente Petro descollaría-, sin asumir la responsabilidad política por el escándalo de la UNGRD -sumado a los evidentes escándalos de la Cancillería o de entidades como la Aerocivil hoy en el ojo del huracán y los propios del círculo familiar del presidente-, sin tomar decisiones en materia de ejecución presupuestal y recaudo -que implicaría en cualquier democracia la caída de los responsables de las entidades que no están cumpliendo con sus obligaciones de gestión y control- y sin adelantar las acciones que permitan recuperar la confianza y legitimidad en la relación del ejecutivo con el legislativo, este gobierno va a la deriva y las consecuencias pueden ser desastrosas, no solo para el proyecto político que bajo la bandera del progresismo llegó al poder, sino para todo un país que padecerá las consecuencias. Y esto no es conveniente para el país.+
Quienes esperan que el presidente Gustavo Petro se siga equivocando para congratularse de haber tenido la razón están peor de equivocados, pues un presidente, quien quiera que sea, gobierna a todos los colombianos y sus aciertos o yerros afectan a todos por igual. Ojalá que el presidente reflexione y diseñe un plan para salir de la crisis en la que él mismo nos está metiendo, de lo contrario, en dos años habrá que volver a construir a todo un país.
* El contenido de esta columna representa la opinión del autor, no la posición de ASB RADIO*
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