Autor: Mauricio Delgado
¿Cómo inicia el mundo este 2024?
Corre ya la tercera semana de este 2024 y se avizoran complejidades en la geopolítica mundial, con guerras en curso, jornada electoral presidencial caótica y de alta intensidad en los Estados Unidos, creciente crisis migratoria global, tensiones en Asia y oriente medio y por nuestra parcela latinoamericana escalamiento de la polarización política, todo esto en un marco de conexiones e implicaciones que por supuesto tocan los intereses de los colombianos y pueden marcar el futuro cercano de nuestra pintoresca política nacional.
Tan pintoresca como la que vivirán los estadounidenses durante todo el año, hasta el cinco de noviembre cuando se medirán ante el electorado los dos candidatos que salgan adelante de las primarias de los demócratas y los republicanos, únicas dos colectividades políticas representativas de los Estados Unidos, que tienen como cartas principales para esta elección a dos candidatos bastante precarios, los demócratas con Joe Biden en la búsqueda de la reelección, quien en su gobierno no ha logrado convencer ni siquiera a la totalidad de sus copartidarios, y los republicanos con Donald Trump, quien posa mejor de truhan que de estadista, por el cúmulo de denuncias y hechos probados que le permiten ser desde un consumado estafador del fisco norteamericano, hasta un saboteador de las instituciones, siendo de hecho el gran valor electoral de su contraparte, Joe Biden, el representar el rechazo al popular bufón republicano.
Pero así están las elecciones en esta la primera potencia mundial, con una población que en su mayoría se alinea con el discurso pobre pero efectista del expresidente Trump, al no encontrarse fortaleza física, mental y política en el actual presidente que busca un segundo mandato. Y con esta ´soap opera´ de traiciones, causas legales, descalificaciones, discursos supremacistas y seguramente muchas sorpresas por venir, se mantendrá al mundo entretenido, dándose su inicio formal esta semana con las primarias de los republicanos, que le dieron en el poco representativo Iowa una victoria tan contundente como escasa a Trump, que este hizo ver a sus seguidores como una evidencia fehaciente de la victoria que debe conducir a la unión del partido para alcanzar la presidencia, desconociendo que este pequeño estado de mayorías blancas y tradiciones evangélicas ni siquiera representa el uno por ciento de la población de los Estados Unidos. Pero Trump es un hombre muy hábil para la ´social media´ y sabrá como potenciar este mínimo resultado como el pilar sobre el cual querrá edificar su posibilidad de retorno a la Casa Blanca.
Y así, mientras el mundo entero le dedicará buen tiempo a seguir este auténtico carnaval electorero, en el que difícilmente De Santis o la Haley podrán quitarle la candidatura a Trump, a quien las causas legales parecen potenciarle su favorabilidad y solo la Corte Suprema podría sacarlo del cartón electoral -lo que podría suponer la posibilidad de un complejo y hasta violento panorama político y social en los Estados Unidos nunca antes visto- y en el que los demócratas no perfilan un contendor de nivel para reemplazar a su octogenario candidato a la reelección, en Asia los conflictos siguen en hervor, con un Putín muerto de risa con la oposición internacional a su criminal invasión a Ucrania, la cual además de no poderla detener no parece tener final cercano, a la par que el inmutable Xi Jinping empieza a encontrarse sin buscarlo caminos que lo pueden alentar a materializar su intención de ´Una sola China´, teniendo como un paso probable el ejercicio del incremento de la fuerza sobre Taiwán, gracias al entretenido circo político estadounidense al que se suman la sobredimensionada respuesta de Netanyahu contra Gaza y las acciones terroristas de los ´Hutíes´ en Yemen contra el tráfico marítimo en el Mar Rojo.
Estas acciones arbitrarias de rusos, israelíes y cuanto grupo terrorista fundamentalista tiene encendido al mundo, podrían estar facilitando este año acciones territorialmente de menor alcance, pero económica y geopolíticamente muy relevantes, como lo pueden ser acciones militares chinas contra Taiwán, nación que precisamente este fin de semana que acaba de pasar eligió como su presidente a William Lai, del actual gobernante Partido Democrático Progresista, considerado por el gobierno de Xi Jinping como ´provocador´, entendiendo seguramente el líder chino este resultado como una derrota, al haber ese gobierno imperialista propugnado por un candidato de mayor cercanía a China, pudiéndose generar la necesidad de incrementar el miedo sobre el pueblo taiwanés para orientar su voluntad al sometimiento que persigue el dictador y eso implicará demostraciones de poder militar y probablemente de fuerza sobre la pequeña nación, situación viable hoy en día al estar el mundo concentrado en Ucrania, Gaza y el golfo de Adén.
Y no es que Siria, Etiopía, Myanmar o el Sahel no importen, o tampoco las escaladas de locura de Kim Jong-un, lo que sucede es que lo de Putín y Netanyahu es necesario contenerlo al menos para que no escale, esto es, para que los rusos no aumenten su accionar contra las decisiones de los países bálticos en relación con la OTAN y que las naciones árabes no entren de frente -no solo apoyando a grupos terroristas islámicos como hasta ahora- contra Israel, siendo estos dos focos de alta tensión suficientemente agotadores en términos de apoyo militar y de gestión diplomática para lo que tienen capacidad los europeos y los estadounidenses. Y si a todo ello se suma el fenómeno de inmigrantes que por la vía que sea quieren llegar a Estados Unidos y Europa, con africanos y pobladores de medio oriente huyendo de la violencia y la pobreza y los sudamericanos y centroamericanos huyendo de la pobreza y la violencia -en esos órdenes-, estamos ante un contexto excesivamente caótico para gestionar y para el cual más que preverse soluciones se aprecian amenazas de agravamiento.
En nuestra región el año empieza con las convulsiones del narcotráfico poniendo en jaque al Ecuador y con la polarización política dejando herida a Guatemala y su recién posesionado presidente, en la misma época de haber llegado al poder el libertario Milei en la Argentina, estando en proceso este año de la segura reelección de Bukele en El Salvador y teniendo ad portas algún tipo de desenlace electoral en Venezuela, que recibió un premio del gobierno Biden con la liberación del corrupto Saab, pero aún estando por verse el precio que deberá pagar el vecino por ello, esperando sea una verdadera apertura democrática, pero se sabe que el tramposo de Maduro trabajará en contra. Así, ese amago de crisis de las cárceles ecuatorianas terminó por darle una palanca de gobernabilidad al novel presidente Noboa, quien con un exiguo poder en el legislativo vio hasta a Rafael Correa ponerse en disposición de apoyo para contener la andanada de los criminales que asolan al Ecuador en su territorio o desde las cárceles, teniendo la posibilidad ahora sobre el pilar de la seguridad obtener una gobernanza que le permita buscar su reelección cuando termine su corto período presidencial, que tan solo alcanza a cubrir lo que dejó Lasso, por lo cual se verá a Noboa inaugurando cárceles, desnudando y sometiendo públicamente presos y actuando con una ´peligrosa´ contundencia en el control de las calles y campos ecuatorianos, muy al estilo Bukele que tanto está gustando por estos lados del mundo y con la posibilidad de seguirse extendiendo por estas tierras, según le funcione a Noboa.
Con Maduro pudiendo estar contra las cuerdas en lo que sería una probable justa electoral de este año y con López Obrador asegurando dejar intacto su legado con Claudia Sheinbaum -de la coalición ´Sigamos Haciendo Historia´ del actual mandatario- en las elecciones federales del próximo 2 de junio, en contraste los gobiernos de Boric en Chile y Petro en Colombia empiezan tempranamente la búsqueda de candidatos para las elecciones de 2026, en virtud de la incapacidad de los actuales gobernantes progresistas de cumplir sus programas de gobierno, con un Boric que en dos intentos de cambiar la constitución consiguió dejar vigente la de Pinochet de 1980 y con un Petro más dedicado a meterse con desaciertos en asuntos que no le competen, enfrascado en gobernar por ´X´ desde su celular y en generar incertidumbre, teniendo ambos mandatarios niveles de aceptación muy bajos derivados de sus inexistentes logros, obligándolos a emplear una parte importante de su tiempo y esfuerzo en encontrar candidatos que les puedan suceder, mientras que la oposición -y sus propias bancadas- comienzan prematuramente a buscar alinearse con un ganador con probabilidades para dentro de dos años, lo que en suma representan pérdida de gobernabilidad, al estar la política más interesada en el sucesor que en el gobernante actual.
En este contexto es en el que se deben mover el presidente Petro y su poco diplomático canciller Leyva, preocupando que lo evidenciado por esta dupla hasta ahora es una plétora constante de errores y contradicciones en el manejo de las relaciones exteriores. Errores como los de rechazar la respuesta israelí al criminal ataque de Hamas, sin que haya mediado alguna recriminación al grupo terrorista, o el no haber condenado con contundencia y precisión la invasión rusa a Ucrania. Y contradicciones como las de alegar la posibilidad de un golpe de estado en Guatemala, mientras no objeta nada de las dictaduras criminales de Venezuela Cuba y Nicaragua, comprobándose la incoherencia de su discurso, que pregona por la democracia, el respeto de la vida y los derechos humanos, pero solo para aquellas naciones que le son contrarias a su ideología, siendo en cambio cómplice de los criminales que le son cercanos.
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