Autor: Mauricio Delgado
¿Todos apuntando al 2026?
La sorpresiva -pero esperable- invitación del presidente Gustavo Petro a “… configurar un solo partido…”, para lo que propone la “… reunión de las 1.500 personas elegidas en 2023: el congreso progresista…”, con el propósito de “… configurar un solo partido político…”, como lo posteó en su cuenta de ´X´ este fin de semana, es una evidencia del ejercicio único en el que el jefe de estado está desde hace tiempo concentrado con miras a “… ganar las elecciones del 2026 y hacer irreversible la transformación democrática de Colombia y el acuerdo nacional para la justicia y la paz…”, como lo acotó en su red social, aunque en el trasfondo la realidad sea una necesidad de tener más tiempo para intentar su discurrido pero no gestionado cambio, ahora ´transformación democrática´ según el mandatario, pues llegando a su decimoctavo mes de mandato ni siquiera ha logrado ajustar su equipo de gobierno y, por ende, no hay logro alguno materializado o cercano por hacerse realidad.
El que haya hecho el llamado a la unión de las fuerzas progresistas, que están recogidas en el Pacto Histórico, sobre el cadáver aún tibio de la senadora Piedad Córdoba no deja de demostrar el perfil politiquero y ventajoso del presidente -un mal ser humano, como dijo de él la difunta política antioqueña en 2019-, quien no solo sacó de su propia campaña presidencial en 2022 el acompañamiento de la poderosa congresista, cuando en su tribuna de Twitter por esa época, el 20 de abril publicó: “… Solicito a Piedad Córdoba suspender todas sus actividades dentro de la campaña, hasta que pueda resolver, ojalá, favorablemente, las sindicaciones jurídicas que se le hacen…”, para que ahora, fallecida la congresista, sea el motivo para su avezada propuesta, sin entender que esas situaciones jurídicas que hace casi dos años no le permitían acompañarlo hoy estaban más cerca de comprobarse, estando cantada una decisión en contra de la senadora, que ya no será. Con esto, es evidente que el presidente ha demostrado en este año y medio de gobierno un perfil más de candidato que de mandatario, por ello cada manifestación suya está más untada de politiquería que de liderazgo de la nación, más de discursos -para su cada vez más menguada galería- que de decisiones de gobierno.
Y en su afán de estar en campaña, como casi todo en los últimos meses, una vez más se equivoca, pues su sueño de armar un partido para ponerlo al servicio de posibles candidatos como el inefable Roy Barreras o de su ´querida funcionaria´ Laura Sarabia, riñe con las intenciones particulares de cada cacique que tiene su pequeña -pero lucrativa- parcela electoral. Así, le será imposible poner de acuerdo a los ´Independientes´ de Quintero con los de la ´Fuerza de la Paz´ de Barreras, como también es poco probable que los indígenas del ´MAIS´ le sigan el juego a los de ´Soy porque somos´ de la vicepresidenta Francia Márquez, ni mucho menos se podría vislumbrar cercanía alguna de Alexander López y el ´Polo Democrático Alternativo´ con la ´Fuerza Ciudadana´ de Caicedo. Son tantas y tan disímiles las parcelas, que no será posible hacer de ellas una hacienda, aunque tal vez si resulten varias fincas, las cuales, aunque unidas en lo legal, estarán fracturadas en su interior, pues a hoy cada una en su misma es altamente productiva.
Tampoco habría un liderazgo que ejerza la labor aglutinadora que demanda una empresa de esta envergadura, pues el presidente -quien sería el llamado- estaría imposibilitado para hacerlo por su cargo, a pesar de haberse atrevido a jugar con fuego con el solo planteamiento de la idea, quedando bajo la sombra de la ´magnificencia´ de Gustavo Petro muy poco para rescatar en términos de liderazgo dentro del Pacto Histórico, solo teniéndose figuras de muy bajo perfil alimentadas por circunstancias, como lo puede ser María José Pizarro que tan solo lo es por ser hija del terrorista líder del M-19, a quien han puesto ya a sonar para el espinoso encargo. Tal vez el único capaz de esta encomienda sería Roy Barreras, quien ya ha jugado en conformación de alianzas difíciles, pero esta es imposible y su popularidad en el progresismo es muy discutible. El presidente Petro lo tiene tan claro, que por ello es que se ha dedicado a hacer politiquería desde su red social favorita y tal vez sea esto es lo que no lo ha dejado gobernar y por lo que se ha visto empujado en este arranque del año a disparates como el de crear un periódico para vocear sus (inexistentes) ´logros´ y poner a Laura Sarabia a repartir mercados, además de ahora empezar a enfrentar a los medios de comunicación, como se dio con su entrevista en la revista Cambio en su última edición, demostrándose que más allá del ´autobombo´ de Quintero o de la ´beligerancia racional´ de Bolívar, la favorita del presidente es su ´querida funcionaria´.
Así, mientras el presidente dejó pasar su término de primer año de gobierno y el cierre del 2023 y aún no toma decisiones de recomposición de su gabinete -que dicen volverá a liderar la eficiente Laura Sarabia- y se empieza a alistar sin saber muy bien como para las elecciones de 2026, la oposición aún no despega y solo atina a jugar a contestar las publicaciones en ´X´ del presidente, con un tono tal exaltado que lo que termina provocando es dar más protagonismo al mandatario, quien tan solo debe levantarse de su cama a poner algo en la red social para asegurar ser la noticia de la mañana, para luego al final de esta volver a publicar y asegurar ser la figura estelar de los noticieros del medio día y así hasta finalizar el día, un juego tan cantado y simple que resulta imposible entender el por qué la oposición no lo ve, dedicándose en cambio a multiplicar la presencia mediática del presidente. Y esa incapacidad de lectura de la realidad política de la oposición sigue siendo la tabla de salvación de un presidente que no ha gobernado y que no ha edificado nada -ni tan siquiera puesto un ladrillo sobre otro- aún tenga arrestos para planear dejar en el 2026 a un sucedáneo suyo.
Efectivamente, como empieza a sonar por ahí, esa falta de coherencia de la oposición, que es fuerte y altanera en ´X´ pero débil y permisiva en el legislativo, le está abriendo camino a lo que se ha popularizado en la narrativa política como un ´outsider´, alguien desprovisto de las herencias malditas y de las manchas de pecado propias de quien ha hecho política, alguien con un discurso más vigente y encantador que pueda estar haciéndoles la fiesta en el 2026 a todos, alborotando a las masas con la revelación de lo evidente, ´que la seguridad está empeorando gravemente’ , ´que el despilfarro de este gobierno no tiene límites´, ´que todos los políticos son corruptos´ y ´que la pérdida de valores está acabando con la sociedad´, para citar tan solo algunos temas que se venden muy bien en la actualidad gracias a la ineficiencia y alcances miopes de este gobierno, superando con creces en el imaginario colectivo a las etéreas promesas de cambio que definitivamente el presidente Petro no va a cumplir, pues está en campaña y en campaña no se gobierna. Un ´outsider´ que replique los exitosos modelos de hacer política de Bukele y Milei, más cercanos a un político básico pero efectista como Trump que a uno excelso pero complejo como Obama, siendo muy pocos los llamados a cubrir este perfil.
Pero para cerrar al menos con una idea de un perfil probable en este espacio, se podría citar a un Abelardo de la Espriella, muy cercano a todos los que hoy son oposición y un contradictor fuerte de todos los que hoy son gobierno, capaz de zaherir con elocuencia y argumentos a sus oponentes o de cantar ´O sole mio´ con extraña gracia si la encerrona que le hacen en un debate o en una entrevista lo llegase a amilanar, pudiendo salir vencedor en cualquier escenario. Peligroso por supuesto que un ´encantador de serpientes´ pueda gobernar un país tan difícil como este, pero a eso hemos llegado, todo por una derecha que se ensimismo en la ralentización de su propia gestión y una izquierda que demostró lo que ya se sabía, que ni su ideología es vigente ni proba, así como que tampoco tenían líderes preparados para gobernar. En suma, el 2026 está a la vista y el gobierno, aunque en escenarios poco viables al menos se está alistando, mientras la oposición apenas ha sido capaz de seguir el juego a favor del presidente y a hoy no tiene un norte claro.
Pero tal vez, en alguna parte, en algún restaurante, puede ser en Miami o en Bogotá, a la luz de una chimenea o de una piscina en un apartamento o casa en algún lugar de Colombia, se esté gestando tras bambalinas el lanzamiento al ruedo de un ´outsider´ que podría estar cambiando el futuro de Colombia llegando al poder en 2026. Quién sabe si para bien o para mal.
(El contenido de esta columna representa la opinión del autor, no la posición de ASB RADIO).
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